Todavía puedo sentir el ritmo cadencioso de tus manos como perfecta geometría en mi cuerpo, mis ojos buscaron los tuyos, y al escucharte sonó en mis oídos esa música que compartimos, al oler tu piel tu aroma despertó mis ansias…al probar el sabor de tus labios encontré en ellos la pasión y al rozarse nuestras manos mi cuerpo vibró con resonancias nunca sentidas.
No es curiosidad, es solo la necesidad de ponerle nombre a los sueños, ahora mi boca desea pronunciar tu nombre y mis oídos esperan con impaciencia escuchar el gemido escapando de tus labios, mis manos tiemblan por tocarte y mis ojos te buscan desesperados en todas las gentes urgentemente mientras te escribo.
Así es como soy, sé de mis insolencias y de de mi falsa seguridad, pero sé que sólo soy yo, cuando me permito sentir sin medida, sin miedos ni vergüenzas.