Esta situación me encanta dramatizarla porque yo soy así dramática no es la catástrofe (aún), sin embargo las cosas han cambiado y lo más aguevado es que ya no soy tan cool! No puedo espiarle el Facebook porque no entiendo ni un carajo de lo que le escriben con ese alfabeto inventado por el mismísimo satanás, lo que para mí es súper divertidísimo y se lo enseño para “compartir” no le provoca pero ni una cosquilla en el lóbulo de la oreja derecha…ya se notan mucho las diferencias y los problemas empiezan a ser serios, no se resuelven con un simple “te voy a castigar” seguido por una mirada de madre loca! No ya no, ahora todo se debe de dialogar y negociar y ustedes saben que yo adoro el despotismo y la dictadura siempre claro de mi y hacia los demás, eso ya no funciona.
Ser madre de un adolescente me recuerda que no lo quiero ser más, bueno me refiero a otra vez porque con este ya no tengo remedio, al igual que a las parejas sin hijos o a las mujeres de cierta edad que no los tienen a nosotras las madres solteras nos bombardean con semejantes frases que hartan y parece que aun no se enteran de que el 15% de las familias tienen solamente un hijo, que los hermanitos no te hacen mejor persona ni te sentís solo si no los tienes, que no me voy a quedar sola cuando mi hijo se vaya, no y no me voy a quedar sola porque tengo una vida aparte de él, porque tengo amigos y familia aparte de él y que lo crié para que fuera una buena persona conmigo o sin mí.
Los pleitos son de todos los días y van desde lavarse los dientes hasta cualquier tontería que se puedan imaginar, y a pesar de que algunas veces me caiga mal la mayoría del tiempo lo adoro porque es mi hijo y porque es un excelente ser humano y aunque ya soy madre y es fantástico no quiero serlo otra vez, gracias pero no gracias ya con uno es suficiente ya supe lo que es ser madre y eso se lo dejo a esas buenas mujeres encantadoras y desinteresadas, entregadas a la crianza de sus niños, yo no quiero torturar a otro ser humano ni creo que lo merezca, pero bueno como dijo William Galvin, “la madre naturaleza es providencial y por eso nos da doce años para desarrollar amor por nuestros hijos antes de convertirlos en adolescentes“.